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Gracias al servicio EA Access he podido jugar al último juego de Bioware y así escribir el primer análisis para el blog sobre un juego que todavía no ha salido a la venta. Y siendo sincero, esperaba con bastantes ganas la tercera entrega de la saga Dragon Age, pues la primera parte fue un juego grande y su continuación un quiero y no puedo que dejaba con sensación de algo más y mejor. En este caso, está planteado como una mejora de la segunda parte en vez de retomar el estilo más clásico y purista del primero. Para mí un pequeño jarro de agua fría; para las notas especializadas de los principales medios un juego de casi sobresaliente.

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Plataforma: One.
También para: PC – PS3 – PS4 – Xbox 360.
Desarrollador: BioWare.
Distribuidor: EA.
Género: Action RPG.
Jugadores: 1 en modo historia y hasta 4 en multijugador cooperativo.
Idioma: Textos en español y voces en inglés.
Lanzamiento: 21 de noviembre de 2014.

Tengo que decir que soy un gran fan de BioWare. O lo era antes de que EA metiera sus ponzoñas manos en ella. El último juego de esta compañía canadiense, Mass Effect 3, creó muchísima polémica. Gracias a un estilo de juego degenerado desde su primera parte a uno «gearwarsizado» y a un final de historia incongruente, se pegó un señor batacazo. Al menos, sus dos antecesores fueron tan buenos juegos que la saga estaba en lo más alto. Se pegaron la mayor de las caídas, pero es que estuvieron en lo más alto. Con la saga Dragon Age, ya con la segunda parte muchos usuarios se bajaron del carro por de nuevo el abandono de un estilo más personal de la primer parte, al más puro rol occidental clásico parecido a Baldur’s Gate. Con una cámara que alejaba la vista de la acción para tener una vista más estratégica, que la capacidad de defensa de cada personaje no se veía afectado por nuestra habilidad para esquivar sino por los objetos equipados y la suerte en «tiradas de dados» ficticias, en unos personajes secundarios muy carismáticos, en una historia épica a más no poder… En definitiva, similar que no igual a un pasado dominado por las reglas Dungeon&Dragons. En cambio, Dragon Age 2 copió el action rpg de varios juegos más actuales como The Elder Scrolls, Diablo o The Witcher para buscar el estilo de moda. No lo consiguió, pues entre que muchos usuarios no entendieron (ni entendemos) tal cambio, los escenarios se repetían continuamente, ni la historia ni personajes fueron tan épicos. Defraudó pese a ser un juego entretenido sin más.

Y ahora, con la salida de la tercera entrega y con la tesitura de volver a recuperar la confianza de sus fans (sin olvidar a EA detrás), creo que puedo decir nadie esperaba un regreso a sus orígenes. Volvemos a tener un sistema de combates como su antecesor, con cosas buenas, cosas malas, y otras que han intentado pulir. Pero en definitiva, nada que lo haga destacar de tantos otros juegos. Es bueno y te asegura horas de vicio, mejor que su predecesor pero que no puede más que mirar al primero como a un dios en un olimpo inalcanzable.

Esta vez, y a diferencia de lo que sí pasaba en Mass Effect al ser también una trilogía, no podremos importar las partidas de los anteriores juegos para conservar las decisiones tomadas en ellos, desde el mismo Dragon Age: Inquisition. Tendremos que visitar la web Dragon Age Keep para hacerlo, seleccionando nuestra partida (que sí importa) y volver a elegir nuestras anteriores decisiones una a una. La página por sí misma está bien, nos permite jugar con decisiones diferentes a nuestras partidas si queremos, además de leer nuestros logros y contenidos descargables. Pero lo suyo hubiera sido que se hubiera podido hacer desde el mismo juego. Al menos en PC es pasable, en las versiones de consola nos obligan de la misma forma a tener un ordenador a mano.

Por primera vez podremos elegir la raza Qunari para nuestro protagonista, sumado a las 3 disponibles de Origins que son la humana, elfa y enana. Cada una con sus beneficios diferenciados y ninguna penalización. El inicio de la campaña o durante la trama en general, apenas varía entre ellas. El editor tiene una variedad correcta de opciones, aunque sin muchos cambios destacados o que llamen especialmente la atención. Para nuestro personaje tenemos, de nuevo, 3 tipos de clases (guerrero, pícaro y mago) y en cada una de ellas 3 tipos de especialización. Conviene elegir una en la que nos sintamos a gusto, porque durante la partida no tenemos puntos para modificar las características de personajes como Fuerza, Constitución, Magia y demás, sino simplemente la posibilidad de ir ganando nuevas habilidades dentro de nuestra clase y especialización.

La trama principal parece un reflejo de otros juegos de la compañía como Mass Effect 3. Después de un terrible accidente del que somos el único superviviente, se han abierto a lo largo del continente de Thedas una serie de brechas en el cielo de las que no paran de surgir demonios, sumiendo a todos sus habitantes en el más completo caos. Por algún motivo tenemos el poder de alterar y cerrar estas brechas, por lo que tendremos primero que vencer a esos demonios junto a otras criaturas sobrenaturales para así restablecer el orden. Gracias eso sí a la restauración de la Inquisición, una orden que deberemos dirigir y expandir para que forme un un ejército de tal magnitud que sea capaz de combatir a las fuerzas del mal. Para ello deberemos visitar numerosos territorios y reclutar y resolver los problemas de cada región. ¿Os suena? Al menos el conflicto presente en los anteriores juegos entre Magos y Templarios se lleva a un punto máximo con momentos épicos. A la historia le cuesta arrancar, la primera hora transcurre muy rápido dejando detalles importantes por el camino, más tarde llega un momento que engancha.

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Los personajes que nos acompañarán en esta aventura no son todo lo carismáticos que nos tienen acostumbrados, pese a contar con el regreso de caras conocidas como Leliana, Cassandra o Varric, que tienen mucho protagonismo desde el comienzo. Un sello muy característico de BioWare es la importancia que le dan a los romances de nuestro protagonista con otro personaje, y si en Dragon Age: Origins tenía a Morrigan, Alistair y Leliana que me entusiasmaban, desde Dragon Age 2 ningún personaje me convence lo suficiente como para llevarlo al catre. Los villanos tampoco tienen ese encanto que hace sean dignos de recordar. En algunos casos sorprenden muchos más algunos NPC repartidos por el escenario con historias cortas, o las sorpresas a lo largo de la trama en forma de más guiños al resto de la saga.

El mundo recorrer es bastante extenso, y podremos movernos tanto a lomos de un caballo por primera vez o con puntos de viaje rápido a determinados puntos del mapa. La forma de jugar sigue este orden: llegamos a una pantalla nueva, vemos que en el mapa tenemos multitud de tareas disponibles al estilo sandbox (y coleccionables por encontrar), las realizamos y acabamos con la misión o misiones de la trama principal. Es recomendable las tareas secundarias porque aunque parece no tengan importancia y a la larga se hacen repetitivas o simplemente están mal implementadas (como las carreras de caballos), desbloquean nuevos elementos importantes para la trama principal. Sobre todo en ayudas para nuestra orden con las misiones de nuestros compañeros, al estilo misiones de lealtad de Mass Effect o de anteriores Dragon Age. Eso sí, las diferentes zonas no están interconectadas; para acceder a cada una tendremos que hacerlo a través de una bonita pantalla de carga.

Poco rol, mucha acción

En su jugabilidad, lo de siempre. Habrá gente que le guste y gente que no. Dragon Age: Inquisition se queda entre Origins y Dragon Age 2, pues toma como base a este último recuperando elementos del primero. En resumen, se queda en un intermedio que no convences a los puristas del rol y sí a los que quieren juegos más orientado hacia la acción y que son más populares hoy día. Y es que pese a contar con dos tipos de cámara, una en tercera persona a la espalda del personaje controlado para tener control directo sobre sus acciones y otra cenital nombrada cámara táctica con la que ver el escenario de cada batalla con mayor profundidad, el sistema del combate se hace algo incómodo de controlar al principio. La cámara táctica con mando ante el número limitado de botones, hace parecer a primera vista que solo puedas ordenar a tus combatientes a qué enemigo atacar y no con qué habilidad. Solo la utilizaremos realmente en el nivel máximo de dificultad y con el fuego amigo activado, pues en los demás con controlar directamente a un luchador y cumplir con su labor dentro del grupo (por ejemplo si es sanador curar a los demás, si es guerrero con escudo, ser el centro del ataque enemigo) los combates van rodados con simplemente dejar pulsado el botón de ataque básico intercambiando con las habilidades que vayas teniendo disponibles (que alguien me explique el motivo de introducir la habilidad de saltar para el personaje controlado). Y esa no es la esencia de la saga, dónde tenías que controlar a cada momento el cometido de tus guerreros para salir airosos de los combates. Como tampoco la posibilidad de recargar tus pociones en los campamentos o ciudades de forma automática, sin necesidad de visitar al mercader de turno para comprar nuevos suministros. Aquí solo se desbloquea el número de pociones que puedes llevar.

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Se ha incluido un sistema de artesanía gracias al cual podremos crearnos todo tipo de armas y armaduras con los materiales que recolectemos por el mundo, con la posibilidad de modificar sus estadísticas. Ya no estará la sensación de que los desarrolladores se han currado pocos tipos de ropas, pues en el primero muchos atuendos que hacían diferentes efectos tenían la misma apariencia y en el dos no podías cambiar el aspecto a tus compañeros.
Otra novedad en el juego es la posibilidad de gestionar la base de operaciones de la orden. O eso han vendido. No lo tengo muy claro, porque en la expansión de Origins, El Despertar, ya podías hacer algo muy similar. A medida que cumplamos misiones, resolvamos conflictos, cerremos fallas, reclutemos nuevos miembros para nuestra causa y extendamos nuestra influencia por el mundo, iremos subiendo de nivel a nuestra fortaleza y ganando puntos de poder. Útiles para, por ejemplo, mandar exploradores en busca de nuevos territorios que explorar o mandar a agentes especiales a cumplir órdenes al estilo Assassin Creed: La Hermandad. En definitiva, la campaña principal lleva unas 30 horas expandibles si queremos completarla al 100%. Con rejugabilidad por si queremos disfrutar de la aventura desde otro punto de vista, tomando otro tipo de decisiones entre los numerosos preguntas que se nos plantean.

Sobre su otra gran baza, la incorporación de por fin un modo multijugador, se queda en algo testimonial como en, Mass Effect 3. Y es que un juego así da, como pasa con la saga espacial, para algo más que un modo cooperativo con el casi único fin de resistir oleadas de enemigos. No se puede pausar la acción (quizá la esencia de un Dragon Age) ni tampoco personalizar a nuestros personajes, con cada misión exitosa obtendremos oro par adquirir unos cofres que desbloquean armaduras, armas y mejoras para dicho modo, y de materiales para fabricar el equipo.

Gráficamente lo más destacado es la enorme belleza que muestran todos sus escenarios, que aunque no tienen ciclo día-noche, algunos dejan con la boca abierta y son, en general, variados. Los efectos de iluminación son realmente buenos y los escenarios están recargados de elementos, tanto de vegetación y ríos como de fauna salvaje que dotan a Thedas de muchísima vida. Los rostros y armaduras de los personajes lucen bien, exceptuando el pelo que se ve algo plano y las animaciones a veces algo toscas. Por esto último me hace querer algo más, no termina de mostrarse como un juego de ultísima generación como nos quieren vender para dar el salto de plataforma. Igual ha tenido que ver que también se ha desarrollado para 360 y PS3, entrando en esos juegos que se quedan entre gráficos de vieja y nueva generación.

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En lo que respecta a su banda sonora ha sido creada por el autor Trevor Morris, compositor canadiense que ha participado en juegos como Command & Conquer 3: Tiberium Wars o Marvel: Ultimate Alliance 2 y en series de TV como Gotham. En Dragon Age Inquisition tiene un estilo que acompaña bien (aunque a veces desaparece la música durante la partida) pese a no tener ese tema principal sobresaliente. Las voces están dobladas al inglés, con algunos actores de doblaje mejor que otros, y como siempre en la compañía los subtítulos y todos los textos de pantalla en castellano.

Mass Effect 3 medieval

He nombrado tantas veces la saga espacial de BioWare que es imposible decir que este Dragon Age: Inquisition no es un Mass Effect medieval. Tanto, que tiene sus mismas ventajas (gráficos, escenarios y escenas épicas) como sus mismos defectos (historia, multijugador y jugabilidad). No es Dragon Age: Origins ni de lejos, aunque tampoco intenta serlo. Es un buen juego en conjunto, con sus carencias y una sensación de tristeza porque podría haber sido un cierre de trilogía espectacular. Un buen añadido a la colección cuando baje de precio. No lo puedo recomendar por su precio de salida cuando no tiene nada que lo haga destacar frente a tantos otros juegos de temática y estilo similar.

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