RetroMadrid ya no es aquella feria independiente que en sus primeras ediciones se conformaba con salas pequeñas en universidades del extrarradio madrileño. Actualmente tiene el apoyo de empresas como Game, un gigante del sector. Si bien todavía no se puede decir que llegue a la popularidad de un salón del manga. Lo que sí comparte con este último, sobre todo si estuvisteis en el de Barcelona, son varios problemas de organización que han hecho que el sábado muchos asistentes se sintieran defraudados.

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Nosotros asistimos. A continuación os dejamos nuestras sensaciones después de un día duro y con muchas horas esperando en varias filas para conseguir una entrada o para entrar en el pabellón.

Llegamos a las 11 en punto, hora de apertura de puertas. Cerrado a cal y canto. Pero bueno, un retraso, «no importa»… Si no fuese por la kilométrica (y de sobra comentada) cola preparada para entrar. No sabemos a ciencia cierta a qué hora abrieron la puerta, solamente que empezamos a movernos, muy despacito, hasta el acelerón final… Y para nuestra sorpresa, ya en la puerta, nos dicen que la entrada se compra en otra parte, la «Cineteca». Éramos tres personas, y aquí es donde nuestros caminos se separan…

 

Desde la cola para sacar la entrada por Malakun

Nos dividimos. Kirus se queda en la cola de entrada y Naufri y yo vamos a la zona de venta de entradas. Allí hay dos colas, una larga para acreditaciones y entradas compradas por internet y otra inmensa para la taquilla. Nos ponemos en la cola y no conseguimos avanzar tras un buen rato. ¿Qué pasaba? ¿Por qué tardaban tanto? Ni una noticia. Nos ibamos enterando de los problemas de aforo por lo que Kirus nos contaba desde su lado, por la gente que iba de un lado a otro y, por supuesto, gracias a las redes sociales.
Tras la primera hora parece que empezaba a avanzar un poco, pero no porque se vendieran entradas, había gente que desistía al enterarse de que quizás no iban a poder entrar. Empezaban los rumores de que, aunque compraras entrada, no podrías entrar además de que no te iban a devolver ni un euro. Que habría que pedir hoja de reclamaciones, tal y como decía mucha gente en la entrada estaban volando (además de tener que hacer otra cola para reclamar).
Dos horas de espera y tras las palabras de varias personas cabreadas, advirtiendo a la fila de que nos estaban tomando el pelo, conseguimos llegar muy cerca de las taquillas. Naufri avanzó un poco para ver la situación y se encontró con un cartel que anunciaba al lado de la cola de taquilla un «No se van a vender más entradas para hoy (sábado)». Al final los rumores eran ciertos. Nadie de la organización se pasó por allí a comentar nada. Visitar twitter y por las quejas de alrededor no es la mejor forma de enterarse de que la no disponibilidad de entradas.
Pensamos en seguir a los que iban a poner alguna reclamación, pero viendo que tendríamos que hacer otra cola más desistimos. Decidimos irnos a comer y luego ya veríamos si nos pasábamos de nuevo o no.

 

Desde la cola para entrar a la feria por Kirus

Para no perder nuestro buen rato de cola (posiblemente unos 40 minutos, que por otro lado tampoco parece tanto ahora inocentes de nosotros) me quedé en la entrada, esperando a que los otros petardos volviesen con sus relucientes entradas en la mano. Tras otras pocas personas en la misma situación que nosotros, amontonándonos en la puerta esperando a nuestros respectivos compañeros con las entradas… Se para el tema. Ya no entraba más gente. No serían ni las 12, no llevaría más de 45 minutos abierta la puerta… Y ya no entraba nadie más. Aforo completo, decían. Que estaban negociando el aforo estimado en un principio (de unas 1400 personas, creí entender, contra las 600 en las que se había quedado), y que a ver si había suerte.

Quejas, risas sarcásticas, gente que quería salir a fumar y decidía que a lo mejor no era tan importante porque tenían que volver a esperar la cola para entrar, otra gente que tenía que salir a echarle monedas al parquímetro y se tenía que olvidar de poder entrar de nuevo… Mientras que constantemente entraban delante de nuestras narices MUCHAS personas con su respectiva cinta morada al cuello, con carritos de bebés, con familia, con amigos que tenían que entrar a por su cinta mágica…

Gente que había venido desde otras ciudades (Jaén, Sevilla, Barcelona…), con su entrada pagada, su gasolina perdida y su hotel, perdiendo todo ese dinero y tiempo.

Lo cierto es que se oía de todo. Que hacía tres días que les habían reducido el aforo, ¿no podían haberlo avisado? Entiendo que no haya sido su culpa que les hayan puesto un aforo totalmente ridículo (por dentro cabía mucha más gente), pero si sabían desde hacía tres días el tema, ¿tan difícil era publicarlo en sus redes sociales? Redes sociales, a las que, por cierto, me remitió el organizador, «Rafa», cuando le pregunté que por qué no había carteles indicando dónde se compraban las entradas cuando nosotros llegamos.

¿Ahora resulta que tengo que pasarme las 24 horas del día pegada al Facebook para saber entrar a un evento normal y corriente? ¿Realmente se habrían arruinado por poner a lo largo de la cola unas cuantas fotocopias avisando de ello? ¿Cómo puede una persona que está a 500 metros de la entrada haciendo cola saber lo que pone en un cartel pegado a la puerta? ¿Acaso no es lógico mirar en su web la situación de la feria y dirigirse a la nave 16 tal como pone en el plano?

A las 13:10, consigo que el organizador me diga que «hoy no vamos a vender más entradas». Se lo pregunto dos veces, para asegurarme. Que no. Que no hay más entradas hoy, y que el año que viene no organizan nada. Que nos quejemos, que rellenemos hojas de reclamaciones, que nos quedemos y hagamos ruido (mientras tanto, otra chica de la organización, pidiendo por teléfono unas 200 hojas de reclamaciones para tenerlas en la entrada).

Pues nada, aviso a mis compañeros de que vengan, que nos vamos a comer.

 

Desde un restaurante italiano  por Naufri

Tras un alto en nuestro periplo en forma de restaurante italiano por recomendación de Kirus y Malakun (tremendos gnochis, parmesano y pizzas), decidimos volver a intentar sobre las 15:00, hora en la que todo el mundo suele estar comiendo, con fuerzas renovadas. Y menudo acierto, ninguna cola para conseguir entrada y ninguna cola para entrar al evento. La entrada, por cierto, costó 4 euros por persona. Si hoy domingo siguen los mismos problemas, puede servir esta estrategia. Comer temprano e intentarlo sobre esa hora.

Dentro lo de todos los años: puesto de compra, expositores de juegos clásicos y remasterizaciones actuales, y merchandising, todo con un sabor retro y con unos precios que a veces parecen intentan aprovecharse del consumidor (alguno incluso se quejó a los vendedores). Nada nuevo, manteniendo el estilo de años anteriores. El pabellón no demasiado grande, suficiente para los puestos. Pero no pudimos asistir a ninguna conferencia, no estaban anunciadas por ningún lado.

Al salir, tras algo más de cuarenta minutos, se empezaban a formar más colas. De camino a casa se informaba por Twitter, algún usuario indignado pues la organización dio muestras de ausencia todo el día, de que otra vez habían dejado de vender entradas. Entramos justo cuando se podía y más vacío estaban los puestos, si bien esto es un detalle de mala organización del evento.
¿Y seguiría la sensación en las colas de por la mañana de que solamente personas con acreditación podían entrar?

 

En resumen la feria bien, aunque se va convirtiendo poco a poco en un mercadillo más que en una feria, con sus precios desorbitados y demás. Sólo hay que leer una crónica de 2009 para darse cuenta del cambio Los temas del aforo, cosas de Madrid, en una discoteca con gente borracha puede haber 4 personas por metro cuadrado y en una feria solo media (por decir una cifra). Pero lo que no me parece perdonable son las mentiras y la omisión de datos. ¿Esperaban que se apareciese la virgen y de pronto dejasen pasar a las 1400 personas que querían aún habiéndolo prohibido? ¿A qué viene esa omisión? ¿Y por qué nos dicen que no van a vender más entradas, y en cuanto volvemos de comer, las compramos sin esperar ni cinco minutos de cola? Eso sin contar el bonito comentario del portero a los que iban delante de nosotros: «No, no venden entradas, si eso a lo mejor sobre las 17». ¿Queréis ver nuestras entradas sacadas a las 15?

 

 

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